(Herdert Allen Giles, Chuang Tzu - 1889)
Placer por Leer
lunes, 30 de mayo de 2011
El sueño de CHANG TZU
Chuang Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.
viernes, 4 de febrero de 2011
El drama del desencantado
...el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.
Gabriel García Márquez
jueves, 3 de febrero de 2011
Música
Las dos hijas del Gran Compositor -seis y siete años- estaban acostumbradas al silencio. En la casa no debía oírse ni un ruido, porque papá trabajaba. Andaban de puntillas, en zapatillas, y sólo a ráfagas, el silencio se rompía con las notas del piano de papá. Y otra vez silencio. Un día, la puerta del estudio quedó mal cerrada, y la más pequeña de las niñas se acercó sigilosamente a la rendija; pudo ver cómo papá, a ratos, se inclinaba sobre un papel, y anotaba lago. La niña más pequeña corrió entonces en busca de su hermana mayor. Y gritó, gritó por primera vez en tanto silencio: -¡La música de papá, no te la creas...! ¡Se la inventa! Ana María Matute |
miércoles, 2 de febrero de 2011
El espejo chino
Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine.
Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.
Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos. La mujer se miró en el espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le preguntó la razón de aquellas lágrimas.
La mujer le dio el espejo y le dijo:
-Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.
La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:
-No tienes de qué preocuparte, es una vieja.
Anónimo
viernes, 14 de enero de 2011
Para una versión de I king de Jorge Luis Borges
.
El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer.
No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hierro,
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha.
Jorge Luis Borges.
Obra: L’avenir n’est plus ce qu’il était
(El futuro no es más que lo que fué)
Autor: Gilbert Garcin
lunes, 13 de diciembre de 2010
Desde las periferias de tu piel. Poema de Daniel Cirer
Las fronteras hoy no existen,
sólo estamos tú y yo,
ve quitándote la ropa
y túmbate, vale, mi amor?
Espérame, así desnuda...
cierra los ojos...relájate...
Respira hondo y tan sólo escucha...
conseguiré erizar tu piel.
Abre la boca y no digas nada...
prueba la mía y desea más,
deja que ponga un pelín de nata,
trágatela mientras lo veo...
y mis manos de paseo
por los muslos, por el vientre...
amoldándose a tus pechos
ya bien duros y calientes,
recorriendo con la lengua
desde el cuello hasta el ombligo...
tú pondrás el plato fuerte...
y tengo hambre.... ya te lo digo...
córrete bien en mi boca...
no te preocupes, no tengo prisa...
me encanta volverte loca
mientras retuerces una almohada
y te pones colorada... y toda pareces poca,
porque te bebo y no te me agotas...
pero tan sólo deseo más
y te he de sujetar....
entonces me empapas la cara...
y te derramas en mi garganta...
Me subo y te doy un beso...
me miras y te atravieso...
empujo mientras me abrazas,
con los brazos y con las piernas,
te abres a mí y pides más...
y yo perdido por ese cuello,
tu boca, tus ojos...por todo ello...
y los gemidos son linternas
que delatan qué sentimos
exigiendo subir el ritmo
porque pronto va a llegar...
pero no..............te doy la vuelta....
a cuatro patas tú eres yegua,
yo tu jinete y a cabalgar....
y te azoto mientras gimes,
te pregunto si te gusta
y me respondes: "sigue, sigue"...
echada hacia adelante,
ya tumbada por completo,
sigo en ello sobre ti
empujando mientras gritas...
tus manos en la pared
y te vas a no se dónde....
y es entonces, vida mía, cuando ya no puedo más...
mi cuerpo se estremece justo antes de estallar...
Abre la boca y no digas nada...
deja que ponga un pelín de nata,
y trágatela mientras lo veo...
Daniel Cirer
Un relato a mi parecer sensualmente atrapante.
Un agradecimiento al autor por permitirme colgarlo y una invitación a todos a visitar Poemas a medida en facebook
sábado, 4 de diciembre de 2010
Encuentro desigual
Lo conoció una noche en el bar. Desde entonces se sientan en la misma mesa.
- Cuidado, porque vengo de otra parte.
- No me importa de donde vengas.
- No me importa de donde vengas.
Se toman de las manos, se observan.
Tanto tiempo sin amar; ya casi no recuerdan.
Ella elige un día. Lo arrastra hasta su puerta.
Tanto tiempo sin amar; ya casi no recuerdan.
Ella elige un día. Lo arrastra hasta su puerta.
- No insistas.
- Quiero que vengas.
- Quiero que vengas.
La sigue y ambos entran.
Ella se desnuda, se le acerca.
El se deja tomar por ella la cabeza, se deja acariciar, la observa.
Ella sonríe hasta que llega a su frente. Se detiene allí, tuerce la mueca.
Ella se desnuda, se le acerca.
El se deja tomar por ella la cabeza, se deja acariciar, la observa.
Ella sonríe hasta que llega a su frente. Se detiene allí, tuerce la mueca.
- ¡Qué es esto! ¡Quién eres!
Siente dos cuernos que la aterran.
- Te dije que era de otra parte, contesta.
Y la ve como se chamusca, como se quema.
Este cuento es de la autora chilena Andrea Maturana (1969), este cuento fue publicado en “Por un zapato roto”, libro de minificciones.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)